Declaraciones Ciclo BB No Olvida

Declarando de Interés Municipal por el Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca (Exp. HCD-160/2015 y HCD-226/2014)

Declarado de Interés Legislativo por la Honorable Cámara de Senadores de la Pcia. de Buenos Aires (Exp. F 94 2015 - 2016)

Declarado de Interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación (Exp. 1795-D-2015)

Declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación (Exp. N°6614/2016)

domingo, 22 de abril de 2012

HOMENAJE A CARLOS AMADO

Con un excelente marco de público congregado en el Show de Tango y Milonga de  la Sociedad de Fomento del Berrio de La Falda, organizado por París Senesi y su gente, el Centro de Estudios de los Intereses Nacionales entregó anoche de manos de José Valle (Sec. De Relaciones Institucionales de dicha entidad) un reconocimiento “in memoriam” al bandoneonista Carlos Amado, recibido por su hijo.
“Bahía Blanca no olvida” hubiera querido entregar el mencionado reconocimiento en vida del músico, pero cuestiones de la vida y caprichos del tiempo jugaron en contra. Carlos Antonio Amado entonces, recibió con emoción la distinción que reconoce la trayectoria de su padre.
En el mismo evento París Senesi y la Secretaria de la Sociedad de Fomento Alicia Martínez, agradecieron la enorme convocatoria de la noche y anunciaron las próximas actividades de la institución que los días 07, 08 y 09 de mayo contemplará una nueva exposición de su colección de cuadros sobre la vida de Eva Perón en el Hall Municipal.
La velada tuvo el toque de elegancia de Rubén Cordi en la presentación que luego, junto a Alejandra Ober y sus alumnos, plasmaron sobre la pista sus conocimientos de baile al ritmo del 2x4. El público también pudo disfrutar de sorteos y el talento de dos cantantes bahienses: Gaby “La Voz Sensual del Tango” y Julio Buznego.


CARLOS AMADO

El 18 de febrero, se produjo el fallecimiento de Carlos Amado. Casi un siglo de vida en la cual la sencillez y la bonhomía eran dos actitudes genéticas, primarias, inalterables, que marcaron la trayectoria de un hombre bueno, no sólo como persona, sino como profesional de la música popular, esa música que acerca a la ciudadanía del barrio y del centro, a hombres y mujeres desde su remota adolescencia, cuando las notas de su bandoneón, filtrándose a través de las ventanas de su casa, en Villa Mitre, soltaban tangos como "Don Juan", "Madreselva", "Yira, yira"...
Más tarde, ya profesionalmente, constituyó su orquesta típica y su cuarteto. Convocó músicos del momento en Bahía Blanca, para ello, y quienes fueron sus compañeros al igual que sus cantores, con los que formó una verdadera familia artística.
¿Quién, hoy, que transite la adultez y la tercera edad no lo recuerda? Actuó en radios, dirigió la orquesta estable de LU2, fueron los bailes en Bahía Blanca y en la Patagonia argentina los que lo acercaron más a la gente, que, al estrecharle su mano amiga, percibía la profundidad de su alma transparente, la caballerosidad espontánea, sin alardes, y su dignidad profesional.
Hombre de familia, también un buen maestro de música y de la vida, cientos de alumnos lo recuerdan siempre con igual cariño y respeto. La ciudad perdió a un vecino ejemplar, quien, alejado de la exposición mediática, desarrolló su profesión de músico, de director de una orquesta de música popular, con discreción, al igual que aquellos grandes que reciben algún talento desde el cielo.
Carlos Amado, sin duda alguna, fue un excelente intérprete del bandoneón, al que llenó de tangos, para emocionar, como en el cantar de Jairo, a las "orejas del corazón".

Evedith Adal Hosni de Giorlandini
Bahía Blanca                                                


CARLOS AMADO: ¡GRACIAS MAESTRO!
Por Evedith Adal Hosni de Giorlandini

Casi un siglo de vida en la que actitudes humanas como la sencillez, la bonhomía, la honestidad, hablaban de la grandeza de su alma.
Carlos Amado, un apasionado de la música popular gestada en su mente y en su corazón desde los primeros años, en su Villa Mitre natal y que trasladada a sus manos, a sus dedos, acarició “ese bandoneón” que semejaba su prolongación física. En su infancia, adolescencia y juventud villamitrenses, las ventanas de su casa en Garibaldi y Maipú filtraban tangos, valses y milongas que Carlos interpretaba inundando el aire, cuyas ondas sonoras transportaban a una gran parte de ese territorio villero que empezaba a despegar con fuerza, sin imaginar la fantástica realidad actual.
A sus noventa y siete años, Carlos Amado “se mudó de barrio” (seguramente al cielo), desde su casa en Alsina y Rincón, dejando un enorme vacío en todos quienes lo conocían y apreciaban, especialmente en sus nietos Alejandro y Ariel, con quienes el abuelo había establecido una simbiosis, una unidad ¡tan sólida!, de mutuo y amoroso respeto que emocionaba, aún al más indiferente. ¿Qué tenía ese abuelo para que el mundo donde las diferencias e incompatibilidades generacionales se acentúan, dos chicos, hoy dos jóvenes, lo acompañaran siempre, compartiesen y dialogaran permanentemente? Un milagro de amor.
Creí que debía destacarlo a pesar de su intimidad; sus nietos fueron sus mejores amigos, los del alma, quienes alegraron su vida, especialmente cuando los años marcaban sus huellas.
Carlos Amado había nacido en 1916, en Villa Mitre, en la vivienda ubicada en Falucho y XX de Septiembre, una esquina tradicional, casi en el acceso al barrio, espacio que supo de grandes inundaciones hasta el embalse del arroyo Napostá. Sus padres eran sirios: Don Antonio Amado procedía de Barchín, una aldea ubicada a veinte kilómetros de la ciudad de Homs, y doña Suraia Fajuri (la llamaban Doña María). Don Antonio fue uno de los primeros sirios que llegaron a Villa Mitre, no más cuando el siglo XX despuntaba. Instaló una sencilla tienda que creció de tal modo que le permitió mandar a construir una hermosa casa en Garibaldi y Maipú, a donde trasladó su negocio (“Tienda Amado”) y se instaló con su familia.
El verdadero apellido era Habib (amado, querido, en ñarabe), que tradujeron las autoridades de inmigraciones cuando llegó a la Argentina. María y Antonio tuvieron tres hijos y se adaptaron fantásticamente a Bahía Blanca en general y a Villa Mitre en particular, a donde iban llegando muchos inmigrantes sirios, de su misma aldea. En ese ámbito, Carlos, creciendo, se dedicó a lo que más lo movilizaba: el bandoneón, a pesar de que sus padres lo soñaban violinista.
Contaba Carlos Antonio, su único hijo, casado con Marta, y padre de Alejandro y Ariel, que su padre le había comentado: “desde el patio de casa, un  día, escuché el bandoneón de un vecino que me produjo una gran emoción; desde entonces, cada tarde, cuando mi vecino tocaba, me paraba ante el cerco de alambre y permanecía inmóvil escuchándolo”. A los doce años, conquistado por la música, con su inseparable bandoneón comenzó su carrera continua, brillante, que lo llevaría al nivel más importante formando en Bahía Blanca su orquesta típica, símbolo del tango, en la ciudad y a lo largo y ancho de la Patagonia.
Había estudiado en el propio Villa Mitre con Basilio Parmigiani, el vecino que cada tarde inmovilizaba a Carlos frente al alambrado con su bandoneón. Reproduzco literalmente las palabras de Carlos Antonio referidas a su padre: “Entre los días de su infancia hubo uno que se detuvo en su memoria para siempre; fue cuando mi abuelo Antonio, regresando desde Buenos Aires, cargado de mercaderías para reponer el stock de su tienda, abrió una caja de gran tamaño y apareció ¡un bandoneón!. Por supuesto, mi papá, con esa sensibilidad a flor de piel que lo caracterizaba, lloró”.
Con empeño, con vocación, autodidácticamente, Carlos Amado perfeccionó los primeros conocimientos impartidos por el Señor Basilio Parmigiani, llegando a ser un bandoneonista de excelencia; sus primeras incursiones las llevó a cabo en el cine “Las 5 esquinas”, en Caseros y Falucho, cuando las películas mudas se proyectaban acompañadas por música de fondo. A los catorce años era requerido, cada vez con mayor frecuencia, para presentarse en distintos lugares ; Carlos estudió siempre para hacerlo cada vez mejor… ¡vaya si lo consiguió!.
En esos primeros años de la juventud integró la orquesta del gran pianista Oreste Galandrini, con la que recorrió durante cinco años los pueblos de toda la zona circundante a Bahía Blanca; así, Carlos Amado había comenzado su “vida errante”, yendo de un lugar a otro con su música, con su “hermano bandoneón”, al principio cercanamente para hacerlo luego a sitios alejados y aún inhóspitos de nuestro sur argentino. En 1938, a los dieciocho años, formó, junto a su amigo de la infancia Julio Martínez, el dúo Martínez-Amado. Fue una época dura donde las condiciones de trabajo y movilidad no eran las de hoy: lentos medios de transporte, grandes espacios despoblados, pueblos sin servicios esenciales  y actuando en galpones ferroviarios, con mucho frío o calor según la época, a veces sin luz, a candil.
Un detalle: con frecuencia los asistentes llevaban sus propias sillas. Con la partida de Julio Martínez hacia la Capital Federal después de tres quedó Amado, de ahí en más, como único director de su orquesta típica.
En 1940 se casó con Juana Corinaldesi, con la cual tuvo un hijo, Carlos Antonio, a quien agradezco el aporte de datos necesarios para elaborar esta nota.
En Bahía Blanca se habían dado “los años de oro del tango” y fueron muchas y muy importantes las orquestas contemporáneas a las del Maestro Amado: Nicolás Tauro, Antonio Totti, etc. Su calendario estaba siempre completo y se multiplicaban sus actuaciones en las kermeses que en verano desarrollaban los clubes bahienses, en los bailes de carnaval, en el Club Argentino, en la Corporación, en las confiterías como la Central Faiazzo, en Ingeniero White, etc.
La familia Amado se trasladó, a fines de la década del ´40 al barrio de La Falda, en la esquina de Alsina y Rincón, donde, a partir de allí vivió siempre.
Su carrera musical continuó incesantemente. En 1951 formó un quinteto que tuvo una prolongada actuación en Comodoro Rivadavia; lo integraban junto a Amado: Luis Bonnat, Omar Pamer, Argentino Pérez y Rubén Tenenti, con la voz de Rubén Cabral. En 1951 formó la Orquesta de LU2, “una orquesta que tocara como la de D´Arienzo, que el Maestro Amado aceptó sin demasiada convicción; cantaba Jorge Arévalo al estilo de Alberto Echagüe. La orquesta, con esa característica, se hizo muy popular. Pasó luego a LU3, donde sus actuaciones fueron muy exitosas, para en 1955 volver a LU2. La voz femenina era la señora Olga Miranda (Olga Cela).
Por la orquesta del Maestro Carlos Amado pasaron los mejores músicos de la ciudad, como Alberto Guala, José Balda, Tomás Blanco, Danilo Cenci, Casto y Jorge González, Avelino Prícolo, Pablo Persia, Aníbal Vitali, Luis Bonnat, Ruggiero (pianista).
Con el advenimiento de la televisión la radio dejó de ser centro en el mecanismo de la expresión y comunicación masivas; Amado dejó la actuación para abordar otra actividad: la docencia; fundó el Conservatorio Musical del Sur, donde cientos de alumnos desfilaron para adquirir conocimientos musicales. El Maestro amado admiraba a Aníbal Troilo y Astor Piazzolla y expresaba sobre el final de su vida: “Me siento con más facilidad para interpretar, como si fluyera en mí algo que antes no tenía”. ¡Gracias maestro!

CARLOS AMADO: MAESTRO DE BANDONEONES BAHIENSES
Su madre decidió que estudiara violín con la maestra de quinto: “mi madre me envió a estudiar el violín, con la maestra del quinto grado de la Escuela Nº 16. Pero me atrajo más el sonido del bandoneón que escuchaba desde mi casa, tocado por el vecino. Me paraba ante el cerco de alambre de su casa y permanecía inmóvil, escuchando... Y fue ese vecino quien le enseñó las primeras nociones del instrumento. Después otros profesores completaron ese aprendizaje".
La emoción más grande se produjo cuando su padre, regresó de un viaje a Buenos Aires. Esa vez no solo volvía cargado de mercadería para reponer el stock de la tienda. Como quien realiza un pase mágico, delante de su hijo abrió una caja de gran tamaño y apareció ¡un bandoneón! Un flamante Premier. “Fue tan grande mi emoción que me aferré a la pollera de mi madre y me puse a llorar con desesperación”.
Gracias a su mamá, también tuvo oportunidad de acompañar con su bandoneón, la exhibición de películas mudas en el cine Mitre, de Garibaldi al 100. Cuando tenía quince años se incorporó a la orquesta de Oreste Galandrini, para formar, de a poco, un pequeño conjunto con Julio Martínez Serra, que también era bandoneonista.
Aunque preferían el 2x4, “tocábamos toda clase de géneros, pero dándole prioridad al tango. El vocalista era Aurelio Fernández”. Los tangos más requeridos y famosos que estaban en el repertorio eran, entre otros: “Mala Junta”, “El Choclo” y “Don Juan”.
Por LU7 Radio General San Martín, en 1936, empezó a hacer programas de tango, varios días por semana. Luego fue Radio del Sur, LU3, hasta que se separaron con Martínez Serra, para formar cada uno su orquesta.
Amado alternaba la orquesta con un cuarteto, que acompañaba oportunamente a diversos cantantes.
Músicos de trascendencia tocaron a su lado, como Alberto Ruggiero (a su lado durante 25 años); Oscar Orzali, Armando Giraudo y Avelino Príccolo; los violinistas Alberto Guala, José Balda, Tomás Blanco y Danilo Cenci; los contrabajistas AlbertoTenenti, Néstor Amado (su hermano) y Ricardo Belleggia y los bandoneonistas Luis Bonnat, Mario Rossi, Aníbal Vitali, Carlos de Arriba y Eduardo Castro, entre otros. Las voces estuvieron a cargo de Jorge Arévalo, Olga Cela, Héctor Polo, Enrique Verdini, Tito Dávila, Silvio Andrada y Rubén Cabral.
“… a fines del ´51 desde LU2 me propusieron formar una orquesta que tocara como D´Arienzo, que a mí no me gustaba mucho (...) Brusa, de la discoteca de LU3, me prestó varios discos para copiar los arreglos y Jorge Arévalo cantaba en el estilo Echagüe. Nos fue muy bien”.
La última etapa de actividad artística la realizó en LU2 como orquesta estable, hasta alrededor de 1962.
Acompañó a Aldo Campoamor, Charlo, María de la Fuente, Nelly Lucero, Elsa Ríos, Olga Barros, Alberto Vidal, Armando Duval y Olga Sirios, entre los más notorios.
Su gusto se inclinó por los bandoneonistas Aníbal Troilo, Leopoldo Federico, Astor Piazzolla, Néstor Marconi y Rodolfo Mederos; los pianistas Horacio Salgán y el bahiense Oscar Orzali y los cantantes Carlos Gardel, Francisco Fiorentino, Floreal Ruiz, Alberto Marino, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche y Julio Sosa.
Amante de su casa y de sus nietos, la música clásica y la popular, e informado permanentemente, dedicó la última etapa de su vida a la enseñanza de guitarra, bandoneón y acordeón, junto a Mabel Carrica.
Amado compuso los tangos “Mis mejores besos” con letra de Jorge Arévalo, “Hermanados en la amistad” y “Bien engrupido”.
Opinaba que la escasa difusión del tango es la causa por la cual a la juventud no le gusta: “porque no lo conoce”.
En algún momento escribió en la sección “Cartas y sugerencias” del diario La Nueva Provincia, una nota titulada: “¿Tango de probeta?”. Allí respondía a una nota anterior y al sentimiento de ofensa que le generó el compacto de tangos grabado por Julio Iglesias, “es como ver una película de cowboys hablada en japonés”, afirmaba.
“Ahora – continúa la nota – un músico y productor argentino radicado en Miami, llamado Sálako, grabó un álbum titulado “Tango-mix, en el cual incluye temas tradicionales de nuestra música popular como ritmo-pop, con una orquesta compuesta por cuerdas, percusión y el sonido computarizado de un bandoneón. ¿Qué diría Pichuco, ya que en este caso se le amputa la esencia que sólo puede darle el `fuelle´?
Si se quiere atraer a los jóvenes al tango, es un absurdo pretender hacerlo con ritmos que desvirtúan sus raíces esenciales. Es muy loable que se busquen formas para que la juventud se interese por nuestra música ciudadana, pero debemos hacerlo por carriles genuinos y fomentar peñas como ocurre con el folklore, donde se les enseña a los chicos a bailar nuestras danzas tradicionales. Y, lo que es más importante, a escuchar su música. ¿Cómo hace un chico para sentirse atraído por el tango si jamás escuchó a Pugliese, Salgán, Di Sarli, Troilo, Leopoldo Federico y otros, si ni siquiera los conoce y, además, no sabe distinguir un bandoneón de un acordeón?
Sería interesante que las instituciones de nuestra ciudad, Ingeniero White, Punta Alta y la zona, incorporen a sus actividades culturales la formación de peñas tangueras, incluyendo la enseñanza del bandoneón, instrumento fantástico, de un insospechado y atrapante sonido melodioso.
Seamos realistas y pensemos que dentro de quince o veinte años ¿quién va a ejecutar el bandoneón? ¿Quién lo va a enseñar en Bahía Blanca? Me animaría a decir que nadie, lo cual sería muy lamentable en una ciudad cuna de notables ejecutantes. Muchos de ellos trascendieron en Buenos Aires, como ´Palito´ Bonnat, Raúl Girou, Mario Rossi, Julio Acosta, Eduardo Castro, Julio Martínez Serra, ´Chiche´de Arriba, Julio Carabillo, Olivo Parcaroli, Antonio Totti, Ricardo Alday, Antonio Volpe, Rubén Martínez y el eximio Aníbal Vitali, quien, como Gardel, cada día toca mejor. La lista es mucho más extensa.
El Comité Ejecutivo para el Tango, de cuya comisión tengo el honor de integrar y que es presidida por don Felipe Balde, incasable luchador en defensa del tango, tiene proyectado conseguir de las autoridades correspondientes, sea a nivel provincial o municipal, una beca para la enseñanza gratuita del bandoneón a chicos, jóvenes y profesores de otros instrumentos, como asignatura alternativa, evitando que ocurra lo manifestado más arriba, ya que el tango es parte de la cultura de nuestro pueblo y, además, para que las generaciones venideras no tengan jamás que escuchar un tango de probeta. Carlos Amado. Bahía Blanca”.

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